02 junio, 2007

El Legado de Hitler (Continuación)

LOS JUICIOS SLANSKY


Entre los países que conformaban el bloque soviético, antes del colapso del comunismo, había pocos países tan reformistas y con mentalidad tan modernizadora como la república de Checoeslovaquia (antes formada por lo que hoy son la república Checa y la república de Eslovaquia). Fué aquí que tuvo lugar una revolución incruenta conocida como “la revolución de terciopelo” llevada a cabo a fines de 1989, con la que se abandonó para siempre el modelo comunista adoptándose un sistema democrático parlamentario europeo. Antes de esto, en lo que en 1968 se llamó “la Primavera de Praga” (la cual duró de marzo a agosto de 1968), el entonces Presidente Alexander Dubceck (no-judío) intentó llevar a cabo una serie de reformas para hacer del comunismo en Checoeslovaquia “un socialismo con rostro humano”. El centro de poder de la Unión Soviética en Moscú (hoy San Petersburgo) juzgó entonces que las reformas impulsadas por Dubcek iban demasiado lejos, y envió tanques soviéticos para frenar las reformas, acabando de este modo con los esfuerzos modernizadores de Checoeslovaquia. La resistencia a la ocupación soviética fué, en su mayor parte, pasiva, y no hubo ningún tipo de sublevación popular como la que ocurrió en Hungría en 1956 que tuvo consecuencias más sangrientas.

Es precisamente en Checoeslovaquia que empezaron a llevarse a cabo en 1952 unos juicios que tomaron a muchos por sorpresa, dada la importancia que les dió el aparato de estado soviético bajo el férreo control del dictador Josef Stalin que aún vivía cuando dichos juicios se llevaron a cabo. Usualmente, los juicios detrás del bloque soviético ocurrían a puerta cerrada. Pero en esta ocasión los juicios fueron grabados y fotografiados con todo lujo de detalle, dándose amplia difusión a los procedimientos de los tribunales. Los juicios, siguiendo la práctica utilizada por los regímenes comunistas, eran en realidad algo meramente protocolario, y los fallos ya estaban decididos de antemano, incluyendo las sentencias que habrían de imponerse a los acusados. No había forma alguna en la cual un acusado pudiera ganar su caso en contra del Estado. El Estado siempre ganaba y el acusado siempre perdía. Eso ya se sabía. Pero lo que no se sabía aún era la razón por la cual se le estaba dando tanta importancia a algo que ya sabía que iba a ser un teatro montado de antemano. La razón no tardó en salir a la luz, cuando se formularon cargos en contra de los acusados por atentar en contra de los intereses del Estado, haciéndose hincapié en el origen judío de los acusados, una y otra vez. Lo importante en estos juicios no fué la cantidad de acusados de participar en una conspiración en contra del Estado soviético, once en total (ocho de los acusados fueron ejecutados, y otros tres fueron condenados a prisión perpetua), sino el hecho de que de principio a fin el origen judío de los acusados fué repetido una y otra vez, y el aparato de propaganda del Estado se encargó de que estos juicios fuesen los juicios mejor publicitados en la historia de la Unión Soviética. En efecto ...
¡Stalin decidió convertir en realidad el mito de “la gran conspiración judía”!
Estos juicios hubieran dejado estupefactos a los mismos propagandistas de Adolfo Hitler. Después de todo, la bandera de los nazis era que los judíos estaban tratando de apoderarse del mundo, de acuerdo a lo que ordenaban “Los Protocolos de los Sabios de Sión”. Y sobre la tesis de que los judíos ya se habían apoderado de Rusia a través del comunismo imponiendo las doctrinas del judío alemán Karl Marx (quien por cierto además de ser ateo era rabiosamente anti-judío y estaba totalmente en contra del judaísmo, lo cual es bastante claro en su tratado "Sobre la Cuestión Judía" publicado en 1843 -conocido también como “Un mundo sin judíos”-, un tratado tan ferozmente anti-Semita que sus conceptos fueron utilizados por los mismos propagandistas nazis en contra de los judíos), lo último que se esperaría es que desde un país dominado ya por judíos esos mismos judíos colaborando con Stalin pusieran a “la gran conspiración judía” al descubierto ante el mundo entero atizando la histeria anticomunista en Occidente. Es una ironía del destino el que los propagandistas de la ultraderecha mexicana hayan recurrido a materiales salidos del bloque soviético utilizados dentro del “paraíso comunista” para desacreditar a los judíos, y entre esos materiales lo más relevante son sin duda estos juicios que ahora se conocen como los célebres “Juicios Slansky” llevados a cabo en Checoeslovaquia, en lo que constituyó una pequeña “purga” de Stalin llevada a cabo fuera de Rusia en otro país bajo la órbita soviética. Los juicios, cargados de un antisemitismo feroz que trató de demostrar la existencia de una “conspiración judía nacionalista burguesa y el peligro sionista”, tuvieron entre su lista a los siguientes acusados:

Rudolf Slansky, Secretario General del Partido Comunista de Checoeslovaquia

Vlado Klementis, Ministro de Asuntos Exteriores

Bedrzhikh Geminder, Jefe del Departamento de Asuntos Exteriores del Comité Central del Partido Comunista

Andre Simon, Editor-en-jefe del periódico “Rude Pravo”

Bedrzhikh Raitsin, Comisionado para el Departamento de Defensa

Rudolf Slansky fué el principal indiciado, acusado de alta traición, actividades subversivas, sabotaje, intento de asesinato en contra del Presidente de Checoeslovaquia Klement Gotwald y otros líderes del Partido Comunista, etc., y el cual fué ejecutado en la prisión de Pankrac en Diciembre de 1952. Todos los que eran judíos fueron acusados del delito de Sionismo (la lealtad al recién fundado estado judío en Palestina al cual todos los judíos del mundo estaban invitados a regresar para vivir allí en forma permanente), pese a que muchos de ellos habían estado manifestando su oposición al concepto del Sionismo. Todos los interrogatorios de los jueces y los fiscales le exigían a los acusados que “confesaran” que eran “conspiradores judíos”. El juez Novak y el fiscal Urvalek le exigieron a los acusados que confesaran que los intereses de los checoeslovacos eran ajenos a ellos por ser judíos. El 25 de noviembre de 1952, el estado de Israel envió una carta protestando la naturaleza anti-Semítica de los jucios que se estaban llevando a cabo. El 6 de diciembre, las acusaciones difamatorias en el juicio fueron repetidas en un memorandum checoeslovaco dirigido a Israel, y el diplomático israelí A. Kubovy fué declarado persona non-grata. El 19 de diciembre, la representación israelí respondió rechazando todas las acusaciones oficiales en contra de Israel, los judíos y el Sionismo, llamando las acciones del gobierno del Checoeslovaquia una nueva re-edición de “Los Protocolos de los Sabios de Sión”.

Cuando los comunistas tomaron el control del gobierno de Checoeslovaquia en febrero de 1948, y el estado de Israel fué establecido en mayo de 1948, los judíos checoeslovacos comenzaron a abandonar el país en grandes números hasta que la emigración fué prohibida en 1950. Ya para entonces, la población judía en Checoeslovaquia era de 18 mil personas.

Un año antes de que se llevaran a cabo los Juicios Slansky, el 10 de septiembre de 1951, el entonces Ministro checoeslovaco de Defensa y cuñado del Presidente Klement Gotwald, Aleksei Chepichka , le dijo a P. Krekoten, “consejero” de la embajada soviética en Praga, que “la comunidad judía en Checoeslovaquia dá muchos problemas. Hay muchos indicios de que está estrechamente conectada con sionistas, y con servicios secretos yugoeslavos y americanos”.

Muchos historiadores están de acuerdo en que la gran mayoría de los seleccionados para llevar a cabo los “Juicios Slansky” habían sido seleccionados precisamente porque eran judíos además de estar colocados en puestos prominentes dentro del gobierno checoeslovaco. La acusación de que estos “judíos conspiradores” estaban planeando una conspiración en contra del Estado soviético es ridícula, Checoeslovaquia con todos sus recursos no se podría haber separado de la Unión Soviética desafiando el enorme poderío militar comandado por Stalin, una insurgencia armada no habría durado más de una semana. Tras los Juicios Slansky, la población judía en Checoeslovaquia quedó conmocionada, y los arrestos de judíos estaban en boga. Muchos abogados, médicos, profesores e ingenieros fueron arrestados, y tras la experiencia con la invasión Nazi que le costó la vida a 200 mil personas, temían una repetición de tales eventos. Aunque en Checoeslovaquia a principios del siglo veinte no había anti-Semitismo (el primer Presidente de Checoeslovaquia Tomash Masarik había proclamado que no se podía ser cristiano y anti-Semita al mismo tiempo), se sabía que la Rusia de Stalin, la cuna de la Unión Soviética, históricamente siempre había sido un caldero de anti-Semitismo (allí mismo se originaron "Los Protocolos de los Sabios de Sión”).

Los Juicios Slansky fueron llevados a cabo bajo las órdenes y la supervisión directa de Stalin, con el obvio propósito de “demostrar” que realmente había una “conspiración mundial judía”. Después de todo, si el argumento le había dado tan buenos resultados a Adolfo Hitler para sembrar el pánico y unir al pueblo alemán en torno suyo presentándose a sí mismo como “salvador”, ¿por qué no le habría de dar igualmente buenos resultados a Stalin en una época en la que crecía el descontento en contra del modelo comunista de gobierno? Además, cuando esto ocurrió, la salud mental de Stalin mostraba ya un franco deterioro y veía enemigos suyos por todos lados, no confiaba en nadie y sus delirios de persecusión mostraban una faceta paranoica (Stalin en una ocasión afirmó que Hitler era la única persona en la cual confiaba, y aún así el mismo Hitler poco después lo traicionó). Tras los Juicios Slansky, Stalin continuó con el “complot de los doctores judíos” en el Kremlin el 13 de enero de 1953, supuestamente con el descubrimiento de una vasta conspiración entre médicos judíos de la Unión Soviética para envenenar a líderes del Kremlin y precipitar con esto la destrucción de la Unión Soviética siguiendo los dictados de los servicios norteamericanos de inteligencia. La muerte súbita de Stalin (la cual de acuerdo a las versiones oficiales se debió a un derrame cerebral que no fué atendido a tiempo debido al pánico que tenían sus subordinados de provocar su ira asesina forzando la puerta de acceso al cuarto en el que estaba encerrado cuando le dió la embolia, aunque se ha manejado la posibilidad de que los mismos miembros del Politburó soviético lo ayudaron a bien morir) puso fin a los delirios paranoicos del dictador antes de que tuviera oportunidad de llevar a la Unión Soviética a la Tercera Guerra Mundial, en contra de los Estados Unidos de Norteamérica.


LOS ASESINATOS RITUALES DE SANGRE


El patrón usado por los ideólogos “sabios” de “La Sociedad” como Salvador Borrego y Traian Romanescu (Carlos Cuesta Gallardo) para elaborar un documento o un libro recurriendo deliberadamente a mentiras y falsedades sin sustento fué tomado por ellos directamente del propagandista nazi Julius Streicher (1885-1946):





al cual podemos ver casi al centro de la fotografía contemplando orgulloso un desfile de una generación de niños alemanes imbuídos con su propaganda ideológica, el cual imprimió sus odios raciales en su publicación periódica “Der Stürmer” así como en su libro “Der Giftpilz” (El Hongo Venenoso) dirigido a niños en la escuela primaria que por su corta edad no estaban en condiciones de discernir entre lo que es verdad histórica y lo que es propaganda.

A continuación tenemos una fotografía que apareció en “Der Stürmer” en mayo de 1934 cuando Julius Streicher estuvo reviviendo el mito de los asesinatos rituales (también conocidos como libelos de sangre) en contra de los judíos:





Julius Streicher escribió que, según el Talmud, un poco de la sangre de las víctimas era utilizada durante la Pascua para mezclarla con vino y con matzos (pan delgado, quebradizo, hecho sin levadura). Pero todo esto va en contraposición directa a lo que estrictamente prohíbe la Torah (el Antiguo Testamento):

  • Libro del Génesis, Capítulo 9, Versículo 4: “No habeis de comer la carne con sangre”.
  • Libro del Génesis, Capítulo 9, Versículo 6: “Derramada será la sangre de cualquiera que derrame sangre humana; porque a imagen de Dios fué criado el hombre”.
  • Libro del Levítico, Capítulo 4, Versículo 17: “Por ley perpetua en todas vuestras generaciones y en todas vuestras moradas, no comereis jamás ni sangre ni grasa”.
  • Libro del Levítico, Capítulo 17, Versículo 10: “Si algún hombre de la casa de Israel y de los forasteros habitantes entre ellos, comiere sangre, Yo fijaré sobre el tal mi rostro airado, y le exterminaré de la sociedad de su pueblo”.
  • Libro del Levítico, Capítulo 19, Versículo 26: “No comereis nada con sangre. No usareis de agüeros, ni hareis caso de sueños”.

Esta prohibición en contra de la ingesta de sangre es llevada al extremo por la secta conocida como “Los Testigos de Jehová”, cuyos integrantes rechazan la sangre inclusive en casos médicos en los cuales se requiera administrar una transfusión de sangre por vía intravenosa.

Como ya se mencionó, Julius Streicher no hizo más que revivir el mito de los “asesinatos rituales judíos” basándose en leyendas que se remontan hasta antes de los tiempos de la Edad Media, mezclándolos con pasajes de obras como “Los Protocolos de los Sabios de Sión” y sus propias invenciones con el fin de escandalizar a la población alemana lanzándola sedienta de venganza en contra de la población judía. A continuación tenemos un mural que nos muestra al niño mártir San Simón de Trento cuando está siendo víctima de un asesinato ritual a manos de judíos:





Recurriendo a Internet, se puede formular un resumen que nos indica que algunos hechos históricos relevantes en torno al supuesto “asesinato ritual judío” o “libelo de sangre” son los siguientes:

  • El primer caso conocido ocurrió en 1147 en Wuerzburg, Alemania, con un niño cristiano que supuestamente había sido secuestrado, atado a una cruz y crucificado por judíos.
  • En 1148, en Norwich, Inglaterra, se afirmó que los judíos habían secuestrado al “nino mártir William” antes de la Pascua y que lo habían colgado a una cruz durante el Viernes Santo para crucificarlo al igual que a Jesús. La acusación era falsa, y no había evidencia alguna de que alguien hubiera sido asesinado, mucho menos por motivos religiosos. Pese a su falsedad, esta descripción de asesinatos rituales volvería a aparecer en Gloucester (1168) y en Lincoln (1255), tras lo cual la leyenda saltó a Francia y España.
  • En la Navidad de 1235 en Fulda, Alemania, un molinero y su esposa regresaron de misa y encontraron su molino quemado junto con los cuerpos carbonizados de sus cinco hijos entre las ruinas. Los judíos de Fulda fueron acusados inmediatamente del crimen y a las acusaciones en contra de los judíos se agregó otra explicación: que los judíos bebían sangre humana con fines medicinales, de acuerdo con una superstición difundida en Alemania según la cual la sangre, inclusive la sangre de cadáveres, tenía propiedades curativas. De este modo, el primer monarca católico en tener que juzgar sobre este supuesto caso de asesinato ritual, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II de Hohenstaufen, tras recibir una carta del 24 de febrero de 1236 del Rey de Inglaterra diciéndole que nunca antes había escuchado sobre este tipo de crímenes en su país, decidió clarificar el caso definitivamente a fin de proceder: si los judíos eran culpables se los mataría a todos; si eran inocentes, se les exoneraria públicamente. Las autoridades del clero, como no fueron capaces de llegar a una decisión definitiva en torno al caso, motivaron al emperador a tomar la postura de que “creemos necesario... dirigirnos a gente que alguna vez fue judía y se convirtió al culto de la fe cristiana; ya que ellos, como oponentes, no guardarán silencio sobre nada que puedan saber sobre este asunto entre los judíos”. El emperador solicitó de otros reyes de Occidente que enviaran “judíos conversos al cristianismo, decentes y estudiosos, para tomar parte de un sínodo”, que eventualmente expidió su dictamen de la siguiente manera: “No puede hallarse, en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, que los judíos requieren de sangre humana. Por el contrario, esquivan la contaminación con cualquier tipo de sangre”. El documento, que citó varias fuentes judías incluyendo al Talmud, agregó que “hay una alta probabilidad de que aquéllos para quienes está prohibida incluso la sangre de animales permitidos, no pueden desear sangre humana”. Tras esto, en julio de 1236 en Augsburg el emperador emitió una famosa bula imperial en la que se exoneró a los acusados judíos de toda culpabilidad, extendiendo a los judíos de toda Alemania los mismos privilegios que habían sido concedidos por Federico I a los judíos de Worms, prohibiéndole a los clérigos y a los legos formular este tipo de acusaciones en el futuro en contra de los judíos.
  • En la frontera de Francia, después de que dos franciscanos acusaron en marzo de 1247 a los judíos de Valréas de haber crucificado a una niña y de haber utilizado su sangre para fines rituales, el Papa Inocencio IV reaccionó iracundo el 28 de mayo de 1247 en relación al caso así como a los linchamientos que siguieron a este incidente, escribiendo en dos bulas papales que “cristianos acusan falsamente... que los judíos llevan a cabo un rito de comunión con el corazón de un nino asesinado; y en cuanto se encuentra el cadáver de una persona en cualquier sitio, se les hace recaer maliciosamente la responsabilidad”, señalando la crueldad de los procedimientos legales utilizados tras el supuesto asesinato ritual, decretando que los judíos detenidos debían ser liberados y que aquellos que habían sufrido daños debían de ser compensados y de ese punto en adelante se les debería permitir vivir sus vidas normales. A la tradicional bula “Sicut Judaeis” de Papas predecesores, Inocencio IV agregó la clásula en contra de todas las acusaciones que utilizan a la sangre para propósitos rituales. El caso de Fulda fué mencionado, y tanto allí como en un cuarto texto escrito para los obispos de Alemania y Francia, referencias directas tomadas del Antiguo Testamento fueron citadas como prueba de que los judíos no cometen tales crímenes.
  • En 1272, en su Papado Gregorio X (1271-1276) señaló que este tipo de acusaciones en contra de judíos por lo general surgían cuando un niño era raptado de una familia de cristianos, o motivado por ambición personal para chantajear a los judíos, citando el Papa las leyes estrictas de los judíos que les prohiben comer o beber sangre o inclusive ofrecerle sangre a Dios en un sacrificio humano, ordenando que al surgir acusaciones como estas se le permitiera por lo menos a un judío rendir testimonio como testigo, lo cual fué implementado por el Emperador Alemán Rodolfo de Habsburgo en 1274. Previamente, Ottokar II, Rey de Bohemia, había ido más lejos estableciendo que si alguna acusación por “asesinato ritual” en contra de judíos era comprobada como falsa, los acusadores tenían que sufrir en carne propia los castigos que esperaban que se les inflingieran a los judíos. Estas medidas fueron adoptadas por los monarcas de la casa de Luxemburgo y por los reyes polacos.
  • En 1422, el Papa Martin V (1417-1431) en su bula “Sicut Judaeis” denunció el que sacerdotes católicos se estuvieran extralimitando en sus ataques en contra de los judíos, afirmando que los contactos entre judíos y cristianos eran necesarios para una coexistencia pacífica, pidiendo que en tiempos de crisis los cristianos no sacaran a relucir el tema de los asesinatos rituales, comparando tales libelos con el libelo del envenenamiento de los pozos, otra acusación-leyenda formulada en contra de los judíos.
  • El caso más famoso de todos, que sentó el precedente para todas las acusaciones futuras sobre asesinatos rituales a manos de judíos, ocurrió en Italia. Durante la Cuaresma de 1475, el franciscano Bernardino da Feltre anunció que los pecados de los judíos pronto serían revelados. El Jueves Santo un nino llamado Simón desapareció en la ciudad de Trento, y al poco tiempo su cadáver fue encontrado al lado de la casa del jefe de la comunidad israelita. Todos los judíos, hombres, mujeres y ninos, fueron arrestados. Diecisiete de ellos fueron sometidos a torturas durante quince días, después de los cuales terminaron por “confesar”. Uno de los judíos murió en tormentos, seis fueron quemados en la hoguera, y a los dos que aceptaron convertirse al cristianismo se les estranguló. Al principio el Papa Sixto IV detuvo los procedimientos judiciales, pero en 1478 su bula Facit nos pietas aprobó el juicio. La propiedad de los judíos ejecutados fue confiscada y a partir de entonces, los judíos tuvieron prohibida la residencia en Trento (hasta el siglo XVIII aún tenían prohibido el paso por la ciudad). El nino Simón, que aparece en la pintura arriba mostrada, fue beatificado. Este caso es considerado como el estereotipo de lo que se suponía que eran los asesinatos rituales judíos.
  • Tras el éxito obtenido con el caso del pequeño Simón de Trento, el fray Bernardino urdió escenarios similares en Reggio, Bassano y Mantua, e instó a la expulsión de los judíos de Peruggia, Gubbio, Ravenna, y Campo San Pietro. Sus últimas víctimas fueron los judios de Brescia, en 1494, el año de su muerte. Al poco tiempo el propio Bernardino fue beatificado, y la Iglesia tardó cinco siglos para anular la beatificación de Simón, en 1965.

Como puede verse, la historia previa a Julius Streicher ya estaba plagada de muchos acusaciones falsas (libelos), que con el paso de los siglos se convirtieron en propaganda nazi en sus manos. A las leyendas de los asesinatos rituales se le agregó también la leyenda de la profanación de las hostias, según la cual los judíos robaban secretamente las hostias de las Iglesias y, en base a la doctrina de la transubstanciación que pregona que el mismo Jesús está presente en una hostia consagrada, al tomar la hostia y al profanarla hiriéndola con un cuchillo o haciéndole algún tipo de daño se estaría reproduciendo la pasión de Jesucristo al estarle inflingiendo nuevamente un sufrimiento corporal al Señor Jesús precisamente por estar presente en la hostia. Puesto que los judíos no creen en la transubstanciación (tampoco los protestantes creen en la doctrina de la transubstanciación, y toman a la hostia como un símbolo del cuerpo de Jesús más no como el mismo Jesús en persona), esta superstición carecía totalmente de fundamentos. La superstición tomaba auge especial cada vez que se detectaba la presencia de sangre en una hostia (en fechas recientes, este fenómeno natural sigue ocurriendo en nuestros días, aunque ya no se le echa la culpa a los judíos porque ahora se sabe que esa “sangre” se debe a la presencia de un honguillo de color rojo escarlata, el Micrococcus prodigiosus, el cual puede formarse en comida rancia que se deja en lugares secos). El mito se basaba en los supuestos poderes sobrenaturales de la hostia, y en el prejuicio de que los judíos anhelaban renovar en Jesús los sufrimientos de la pasión y que su perfidia era tal que no abandonaban los tormentos aun cuando de la hostia emanaran sangre o sonidos, o si echaba a volar. La primera supuesta profanacíon fue en Belitz (cerca de Berlín) en 1243. Un grupo de judíos y judías fueron quemados en la hoguera en lo que pasó a denominarse Judenberg (monte de los judíos). En Italia hubo pocos casos debido especialmente a la protección de los papas, pero se expresó en el arte, como la Desecración de Paolo Uccenno (1397-1475) hecha para el altar de la Confraternidad del Santo Sacramento de Urbino. De Inglaterra, los judíos fueron expulsados antes de que se difundiera la desecración de la hostia, pero también allí se reflejó en el arte, como en el Croxton Sacrament Play, escrito en 1491, dos siglos después de la expulsión.

Las numerosas falsedades reproducidas o inventadas por Julius Streicher en su publicación “Der Stürmer” incitando deliberadamente a toda una generación de alemanes a llevar a cabo el exterminio industrializado de millones de seres humanos fué causal para que en los Juicios de Nuremberg se le condenara a la pena de muerte tras encontrársele culpable por crímenes contra la humanidad, sobre el conocido precepto jurídico de que en todo asesinato el autor intelectual de los asesinatos tiene tanta o mucha más culpabilidad que los autores materiales que acatan gustosamente sus órdenes. Tras su ejecución en la horca, Julius Streicher fué elevado a la categoría de “mártir” por los movimientos neo-Nazis de ultraderecha alrededor del mundo, especialmente aquellos que forman parte de “La Sociedad”, y es posible imaginar los “milagros” que le estarán pidiendo a su “mártir” dondequiera que el alma de Julius Streicher se encuentre en estos momentos.


LA DIFAMACION DEL TALMUD


Julius Streicher no sólo recurrió a los supuestos “asesinatos rituales de sangre” según él prescritos por el Talmud para incitar un odio acérrimo en contra de los judíos, sino que se fué directamente en contra del Talmud para desacreditarlo como un gigantesco manual propagandístico en el que los no-judíos son considerados como algo poco menos que animales. Aún hasta nuestros días, es común que la propaganda de la ultraderecha incluya material diseñado para despertar en forma natural un odio hacia los judíos, presentándolos como individuos que se creen superiores al no-judío al cual supuestamente lo ven como algo aborrecible y despreciable, como podemos verlo en el contenido de una de tantas páginas Web que están siendo publicadas a través de Internet por neo-nazis de habla hispana:





La página Web en la cual apareció esto toma sus citas directamente del mismo Julius Streicher. El material, a primera vista, parece un trabajo serio que nadie cuestionaría. Cita pasajes del Talmud y cita los lugares precisos en los cuales se pueden encontrar dichos pasajes dentro del Talmud. Naturalmente, para todos los historiadores (judíos y no-judíos), hubiera sido de enorme interés y mucho más gratificante que Julius Streicher, en vez de estar atribuyendo de manera extensa al Talmud el inculcar entre los judíos un supuesto odio acérrimo en contra de los no-judíos, hubiera reproducido en “Der Stürmer” por lo menos una sola página de un Talmud original en alguno de los dos idiomas en los cuales se distribuye (arameo y hebreo), que confirmara con su traducción al alemán al menos una de las cientos de afirmaciones de Julius Streicher. Sin embargo, esto último era algo que Julius Streicher estaba imposibilitado de hacer aunque hubiera querido y aunque hubiera tenido varias copias auténticas del Talmud en sus manos, por la sencilla razón de que Streicher no sabía leer hebreo (y mucho menos arameo), y si ni siquiera podía identificar la primera letra “aleph” del alfabeto hebreo mucho menos podía leer una porción de texto como el siguiente:





y mucho menos podría haber leído el Talmud en su totalidad (el Talmud en la edición en inglés de la Editorial Soncino Press Limited, publicado en enero de 1990, es una obra de 15,392 páginas distribuídas en treinta volúmenes). Si pudiera haber hecho tal cosa, él mismo se habría asombrado de su osadía en inventar cosas que jamás fueron parte del Talmud y que fueron totalmente contrarias no solo a lo que dice el Talmud sino a lo que ordena la misma religión judía basada en las enseñanzas de Moisés.

Hay dos formas de distorsionar una obra como el Talmud (y de hecho cualquier otra cosa que queramos distorsionar):

  • Inventando cosas que no aparecen en ninguna parte del Talmud. Tal es el caso de los “asesinatos rituales de sangre”.
  • Tomando frases contenidas en el Talmud fuera de contexto.

Lo último es tal vez lo más sencillo de hacer, porque lo primero queda expuesto a ser confirmado de inmediato como una mentira al no aparecer el pasaje citado en donde se afirma que aparece la afirmación, lo cual resulta muy riesgoso para el que está elaborando la propaganda. Para hacer lo último, todo lo que tenemos que hacer es tomar una frase como la siguiente:

No sólo es válido, sino que es nuestro deber y nuestra obligación matar el odio que se anide en nuestros corazones.

truncando dicha frase para que diga únicamente lo siguiente:

No sólo es válido, sino que es nuestro deber y nuestra obligación matar

De éste modo, hemos distorsionado una enseñanza moral convirtiéndola en una autorización para llevar a cabo un genocidio.

Antes de seguir adelante, podemos analizar cada una de las aserciones que aparecen en la página Web mostrada. Comenzemos con la primera afirmación:

Un catedrático muy conocido, el judío Dibre David escribe 'Si los gentiles (no-judíos) supieran lo que estamos enseñando en contra de ellos, nos matarían' .

Este catedrático “muy conocido” resulta ser no tan conocido. De hecho, si activamos los motores de búsqueda en Internet para tratar de saber algo más acerca de “Dibre David”, el único lugar en donde encontramos a “Dibre David" es en las páginas Web montadas por la ultraderecha al estar parafraseando a Julius Streicher. Si realmente existía el tal Dibre David, la propaganda muy bien podría haber indicado el lugar en donde trabajaba el tal “académico” y podría haber anexado el supuesto documento en el cual Dibre David hizo tal afirmación; pero cosas como estas jamás aparecen publicadas en la propaganda neo-Nazi de la ultraderecha, lo cual nos debe poner a pensar seriamente sobre la existencia del tal “Dibre David” y sobre la afirmación que supuestamente hizo. Por otro lado, aún suponiendo que el tal Dibre David haya existido, si era un judío y era un catedrático muy conocido, no habría sido tan estúpido de haber hecho una afirmación como ésta a sabiendas de que esto podría haber dado causa justificada para que fuese secuestrado con el fin de arrancarle los “secretos” sobre aquello que supuestamente despertaría una ira mortal en contra de los judíos.

Tomemos otra de las aserciones que aparecen en dicha página Web:

Las leyes secretas judías están basadas en el principio fundamental que establece: 'Sólo el judío es humano. En contraste, todos los demás no-judíos son animales. Son bestias con forma humana. Cualquier cosa es permitido que esté en contra de ellos. El judío puede mentirles, trampearlos y robarlos. Puede violarlos y asesinarlos'.

Pero todo esto vá directamente en contra de lo que ordena el decálogo de la ley mosaica contenido en la Torah (Antiguo Testamento), junto con otras enseñanzas:
  • Libro del Exodo, Capítulo 20, Versículo 13: “No matarás”.
  • Libro del Exodo, Capítulo 20, Versículo 14: “No fornicarás”.
  • Libro del Exodo, Capítulo 20, Versículo 15: “No hurtarás”.
  • Libro del Exodo, Capítulo 20, Versículo 16: “No levantarás falso testimonio contra tu prójimo”.
  • Libro del Exodo, Capítulo 22, Versículo 21: “No contristarás ni oprimirás al extranjero: ya que también vosotros fuisteis extranjeros en tierra de Egipto”.
  • Libro del Exodo, Capítulo 23, Versículo 7: “Huye de la mentira. No harás morir al inocente y al justo, porque yo aborrezco al impío”.
  • Libro del Exodo, Capítulo 23, Versículo 9: “No molestarás al forastero, ya que sabeis lo que es ser forasteros; pues que vosotros mismos habeis estado en la tierra de Egipto como forasteros”.
Otras afirmaciones en la página Web citada, en contra del Talmud, prácticamente se destruyen solas, por ejemplo la siguiente:

Al judío no se le escapa que si el mundo no-judío conociese sus leyes y descubriese sus planes, estaría perdido. Por eso, con amenaza de muerte, prohibe su traducción (del hebreo) y su publicación (en otros idiomas).

Pero si esta burda aserción fuera cierta, el Talmud jamás habría sido traducido del hebreo al inglés, y publicado en el idioma inglés, como lo es el caso del Talmud publicado por la Editorial Soncino Press en enero de 1990, nadie se habría echado a cuestas una labor de tal magnitud si realmente hubiera existido una amenaza de muerte por hacer tal cosa (dicho sea de paso, ninguno de los traductores del Talmud al inglés, ni empleado alguno de la Editorial Soncino Press, ha sido hasta la fecha “castigado" con la “pena de muerte”, y por el contrario la comunidad judía ha reconocido la valiosa contribución llevada a cabo por esta editorial para hacer el Talmud accesible a muchos que no tienen suficientes conocimientos del idioma hebreo). Y si esta aserción fuera cierta, puesto que Julius Streicher no sabía una sola palabra en hebreo y él mismo afirmaba que la traducción del Talmud estaba prohibida, entonces ¿de dónde sacó sus doctos conocimientos para estar citando pasajes de algo que estaba impedido de leer?

Esto último nos lleva a otro tema: muchas de las calumnias usadas por la utraderecha en contra del Talmud tienen su origen en un pseudo-religioso ruso anti-Semita, I. B. Pranaitis, con un pasado criminal, el cual escribió un libro en latín titulado “El Talmud Desenmascarado”, y el cual testificó en los tribunales rusos en el caso de Mendel Beilis sobre un supuesto "asesinato ritual de sangre", habiendo quedado en el más espantoso de los ridículos cuando la defensa del acusado Mendel Beilis le formuló varias preguntas básicas acerca del Talmud que fué incapaz de contestar, las cuales lo expusieron como un ignorante en lo que respecta al Talmud. Gracias a Internet, podemos recurrir en cuestión de segundos a portales Web que, invocando los textos originales en hebreo y arameo (algo que nunca hace la anodina ultraderecha), se encargan de desmitificar las fantasías que se han formulado maliciosamente en torno al Talmud. Aquellos que estén interesados en consultar estos portales podrán confirmar por sí mismos lo siguiente:
  • El Talmud no considera a los no-judíos como seres sub-humanos.
  • El Talmud no considera a los no-judíos como animales.
  • El Talmud prohibe robar de aquellos que no sean judíos.
  • El Talmud prohibe a los judíos el retener los salarios que se le deben a los no-judíos.
  • El Talmud prohibe mentirle a los no-judíos.
  • El Talmud prohibe el tener sexo con niños de tres años de edad.
  • Es falso que el Talmud sea considerado por los judíos como un libro más sagrado que la Torah (el Antiguo Testamento de la Biblia).
Un estudio más detallado requeriría situarse en alguna biblioteca pública que tenga entre su colección de libros un Talmud completo. De cualquier modo, en el futuro cercano esto tal vez no sea necesario, porque se está acercando el día en que muy posiblemente el Talmud en su totalidad sea puesto a disposición para consulta de los internautas, judíos y no-judíos. Y cuando esto ocurra, no se espera que nadie sea asesinado “por revelar los secretos prohibidos del Talmud”.


UN IDOLO CON PIES DE BARRO


El héroe indiscutible de “La Sociedad”, el hombre convertido en mito épico, alabado y ensalzado como el ideal al cual deben aspirar todos los militantes de la ultraderecha mexicana, es sin lugar a dudas Adolf Hitler-Schicklgruber. La propaganda en torno suyo, antes a cargo de Joseph Goebbels, y ahora a cargo de apologistas revisionistas como Salvador Borrego, lo exhibe como un modelo de virtudes, de sabias decisiones, de integridad sin par. Sin embargo, ésta inflada y distorsionada percepción de la realidad contrasta con lo que cualquier aprendiz de Historia puede descubrir por cuenta propia consultando las fuentes originales. Son muchas las objeciones que le podríamos poner al mito, y a continuación se dan tan solo unas cuantas de ellas:

Los adoradores de Adolfo Hitler siempre tienden a minimizar o ignorar por completo el hecho de que la Segunda Guerra Mundial comenzó con la invasión nazi a Polonia, en una guerra no-provocada pese a que Polonia no representaba una amenaza para Alemania. Polonia no era un país comunista, de modo que no había justificación alguna para invadir dicho país con el objeto de "liberarlo de la gran conspiración judía-comunista". No fué una "guerra de liberación" ni fué una ocupación para “proteger” a Polonia, la cual contaba en 1939 con una población de 35 millones de habitantes de los cuales el 8% eran judíos que convivían haciendo su vida con el resto de la población. Simple y sencillamente fué una descarada invasión que presagiaba lo que estaba por venir. Peor aún, el mismo Hitler de muy buena gana le regaló gratuitamente (con el pacto Ribbentrop-Molotov celebrado el 23 de agosto de 1939) la mitad de Polonia a Stalin, al mismo jerarca del imperio comunista, como parte del acuerdo para repartirse Polonia entre ambos, sin necesidad de que Stalin tuviera que gastar una sola bala. La guerra mundial empezada por Hitler no sólo le costó la vida a seis millones de judíos. Previo al holocausto judío, tuvo lugar el holocausto polaco, a causa del cual perecieron otros seis millones de seres humanos.

Adolfo Hitler es mostrado por la ultraderecha como el epítome de los valores morales de la civilización cristiana. Lo que es moral y lo que no lo es siempre ha sido algo difícil de definir, porque estos conceptos no son absolutos, varían según la época. Sin embargo, hay algunas cosas que parecen ser repudiadas en cualquier época; una de ellas es el incesto. Pues bien, Hitler no tuvo ninguna objeción moral a tener como amante suya a su propia sobrina, Geli Raubal. La vida de Geli Raubal parece haber sido un infierno durante el tiempo que estuvo conviviendo con su tío, y un día infausto fué encontrada muerta en el apartamento que compartía con él, con la pistola de Adolfo Hitler en su mano. La explicación oficial fué que se trataba de un suicidio. Hoy en día, muchos historiadores apoyan la hipótesis de que Geli Raubal fué asesinada por su tío cuando ella amenazaba con abandonarlo.

La guerra mundial comenzada por Adolfo Hitler tuvo un costo mucho mayor que los seis millones de judíos muertos en los campos de concentración y los seis millones de polacos que perecieron a consecuencia de la invasión de Hitler a Polonia. Se estima que el total de muertos asciende a unos 61 millones de víctimas. Y esto no incluye a los heridos, los mutilados, los lisiados, y los que terminaron locos entre los horrores de la guerra. La humanidad no ha vuelto a experimentar una tragedia de esta magnitud desde los tiempos de la Alemania Nazi.

Adolfo Hitler es mostrado como gran planeador y estratega militar genial. Si realmente lo hubiera sido, jamás le hubiera declarado la guerra a Stalin cuando ya tenía comprometidas a sus tropas en una guerra inútil y estúpida en contra de países no-comunistas (Inglaterra, Francia). La guerra entre Rusia y Alemania no la empezó Stalin, la comenzó Hitler, creyendo que la “inferioridad racial” de los eslavos los haría presas fáciles de una invasión alemana. Calculó mal. Y no sólo calculó mal, sino que expuso al Ejército alemán exactamente al mismo descalabro que le costó a Napoleón su peor derrota: el implacable invierno ruso. En el momento en que los alemanes se enteraron de que además del frente occidental su Führer había abierto un frente oriental en contra de Rusia, comenzaron a avizorar la derrota que se cernía sobre ellos. El descalabro que marcó el principio del fin para el Tercer Reich se consumó con la batalla de Stalingrado. A partir del momento en que Alemania perdió la batalla de Stalingrado, Hitler tenía perdidas sus esperanzas de lograr sus objetivos de conquistar Europa. Erróneamente muchos creen que las tropas aliadas encabezadas por los Estados Unidos e Inglaterra fueron las que derrotaron a Hitler; fué la derrota de Stalingrado lo que realmente marcó el principio del fin para la Alemania Nazi. Aunque Hitler no le hubiera declarado la guerra a Rusia, difícilmente podría haber prevalecido sobre las fuerzas aliadas por mucho tiempo. Pero al declararle la guerra a Rusia abriendo dos frentes, selló él mismo de manera definitiva su propia derrota.

Una de las más grandes pifias de Hitler consistió en menospreciar la importancia de desarrollar cuanto antes la bomba atómica alemana, el arma que posiblemente le hubiera dado el triunfo al permitirle amenazar al resto del mundo con un holocausto nuclear. De acuerdo con su confidente Albert Speer, el Ministro nazi de Armamentos, esto se debió al odio feroz que le tenía Hitler a la física atómica, a la cual se refería despectivamente como “física judía”, en alusión al físico judío-alemán Albert Einstein, el descubridor de la ecuación más famosa en la historia de la humanidad:

E = mc² (aún se puede escuchar a Einstein explicar brevemente, en inglés, las implicaciones de la ecuación)

Inclusive en el filme de propaganda nazi
Der Ewige Jude los Nazis se mofaron de Albert Einstein formulando el siguiente comentario junto con su fotografía: Der relativitätsjude Einstein, der seinen Deutschenhass hinter seiner obskuren Pseudowissenschaft versteckte", que se traduce como El judío de relatividad (en alusión a la Teoría de la Relatividad que le permitió a Einstein descubrir la fórmula arriba mostrada), quien escondió su odio hacia Alemania detrás de una obscura pseudociencia. Al expulsar de Alemania a dos de los físicos judíos más brillantes que le hubieran permitido a Alemania contar con la bomba atómica (Albert Einstein y Edward Teller), prácticamente le entregó la bomba atómica a los Estados Unidos en charola de plata. Tal vez aún hubiera podido desarrollarla, al contar con físicos de la talla de Werner Heisenberg, uno de los pioneros de la física moderna. Pero su desprecio hacia todo lo que oliera a física judía estranguló el apoyo económico que el programa podría haber recibido en tiempos de guerra de manos de otro líder menos fanático que Hitler.

El tratamiento de los homosexuales bajo la Alemania Nazi fué brutal. Al igual que a los judíos a quienes se les obligó a identificarse de modo permanente con una estrella de David amarilla, a los homosexuales se les obligó a identificarse de modo permanente con un triángulo rosa (usado hoy en día por su significado trágico como el símbolo de muchas agrupaciones homosexuales alrededor del mundo). Los homosexuales que cayeron en manos de Hitler y que terminaron en los campos de concentración, esterilizados, castrados y en su mayoría ejecutados, son el testimonio histórico del odio feroz que los desquiciados fanáticos de la ultraderecha alemana tenían en contra de los homosexuales. Sin embargo, son pocos los que no quedan sorprendidos cuando se enteran de que hay una buena cantidad de material histórico que apoya la tesis de un Hitler homosexual. Ciertamente, y esto pocos historiadores lo ponen en duda, Hitler puso a Ernst Roehm, a sabiendas de que era un homosexual declarado, al frente de las Juventudes Hitlerianas así como al frente de las tropas de asalto Sturm Abteilung (S.A.). Por otro lado, se sabe que el padre de Adolfo Hitler, Alois, era un hombre autocrático, abusivo, de muy mal temperamento, y hay razones para suponer que el oficial de aduanas Alois Hitler no sólo abusaba físicamente de su esposa y de su propio hijo, sino que también abusaba sexualmente de ambos. Las ausencias constantes del padre de Adolfo Hitler de casa y la cercanía con su madre hicieron que fuera tomando a su propia madre como modelo de lo que aspiraba a ser en la intimidad. Tiempo después, en su juventud tuvo contacto continuo con conocidos homosexuales y pedófilos, lo cual dió pie a que corrieran los rumores sobre sus tendencias homosexuales. Hay nombres que pueden ser investigados en relación a este tema recurriendo a fuentes históricas originales, entre ellos Josef Neumann (un judío homosexual con el cual Hitler tuvo una relación muy estrecha en el tiempo en el que estuvo viviendo en Viena), August Kubizek, Ernst Schmidt, y Wolfgang Foerster. En relación con este tema, un libro de lectura obligada es “El secreto de Hitler: La doble vida del dictador” del profesor Lothar Machtan, catedrático (no-judío) de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Bremen en Alemania. Pese a la vasta destrucción de documentos y archivos así como a la eliminación de innumerables testigos llevada a cabo por la Gestapo para limpiar la imagen de Hitler, el que haya sobrevivido suficiente material histórico como para poder llevar a cabo una discusión seria sobre el tema sugiere que el presunto homsexualismo de Hitler era algo imposible de ocultar por completo y de hecho era algo mucho más serio de lo que comúnmente se cree. Este alud de material histórico permite suponer que la mente del verdadero Adolfo Hitler, la mente del presunto homosexual, la mente del pedófilo inclinado hacia todo tipo de perversiones sexuales sado-masoquistas, y muy posiblemente impotente sexual (jamás pudo concebir hijos a lo largo de su vida pese a que ya como Canciller de Alemania le sobraban las mujeres que se le arrojaban a sus pies) fué lo que seguramente lo volteó en contra de los homosexuales de Alemania porque veía en ellos mucho de lo que por dentro él mismo detestaba en sí, y el brutalizar a los homosexuales que fueron perseguidos implacablemente por su régimen sería una forma de “expiar” con el sufrimiento de otros sus propios pecados mentales. Véase como se vea, difícilmente se puede considerar a Adolfo Hitler como un modelo de virtudes cristianas que otros quieran emular en la intimidad.

Se podría citar mucho más material que el que ya se ha mostrado, pero con lo que se ha mostrado tal vez sea más que suficiente para concluír que, si se va a emular el ejemplo de otro, tomar a Adolfo Hitler como modelo (esto es, al verdadero Adolfo Hitler) tal vez no sea lo más recomendable dadas las imperfecciones que tiene el máximo ídolo de la ultraderecha.


LOS ESCUADRONES DE LA MUERTE


La expresión más siniestra de la extrema derecha en los tiempos de la Alemania Nazi se manifestó a través de las “tropas de asalto”, primero las S.A. y después las S.S., encargadas de mantener la disciplina y el orden dentro del partido y de agredir físicamente o eliminar a cualquiera que pudiera representar un obstáculo a los planes de Adolfo Hitler. Esto era una cosa que no tenía absolutamente nada que ver con el Ejército alemán. El Ejército, con su propia disciplina, su propia estructura jerárquica, sus propias academias militares especializadas en tácticas de guerra, estaba conformado por gente que estaba allí por la paga además de un deseo sincero de servir a su país, pero que no necesariamente compartía las raras doctrinas de Adolfo Hitler. En cambio, las tropas de asalto del Partido Nazi estaban conformadas única y exclusivamente por fanáticos que operaban por cuenta propia y no tomaban órdenes de nadie más que del Führer, el trabajo que hacían lo hubieran hecho gratis con la mayor de las satisfacciones movidos única y exclusivamente por el fanatismo. Posteriormente, las tropas de asalto serían en cierta forma militarizadas por Heinrich Himmler, pero seguirían existiendo como una estructura independiente del Ejército alemán.

De modo similar, las múltiples dictaduras militares vitalicias de América Latina en países como Bolivia (Hugo Banzer), Paraguay (Alfredo Stroessner) y Nicaragua (Anastasio Somoza Debayle), aunque tenían sus propios ejércitos fuertemente disciplinados para reprimir cualquier intento para derrocarlas, sabían de sobra que sus ejércitos estaban conformados por soldados y oficiales a sueldo, los cuales estaban entrenados para la lucha abierta acatando la Convención de Ginebra Estos ejércitos no estaban entrenados ni preparados para llevar a cabo una “guerra sucia” en contra de civiles, secuestrando ancianos, mujeres y niños para torturarlos en la clandestinidad y posteriormente matarlos desapareciendo sus cadáveres. En la lucha contra la insurgencia comunista, la cual estaba recurriendo a la “guerra de guerrillas”, resultó muy tentador para los dictadores ceder a la tentación de patrocinar a grupos que, compuestos con personal tomado de las filas del ejército y de la policía, estuviesen dispuestos a llevar a cabo estas desagradables labores. Para endurecer el corazón de los hombres reclutados para estas misiones siniestras volviéndolos completamente insensibles al dolor humano, quitándoles todo remordimiento por lo que se les ordenaría que hicieran, lo único que faltaba era una razón que les justificase su modo de actuar, una ideología, una excusa. Y aquí es donde entra “La Sociedad”, basada en México, a través de la Liga Mundial Anticomunista, infiltrada hasta la médula por “Tecos” de la Autónoma de Guadalajara que a través de dicho organismo entraron en contacto con prominentes oficiales militares y funcionarios de Centroamérica y Sudamérica proporcionándoles las “razones ideológicas” para que sus “fuerzas de choque”, modeladas en base a las “tropas de asalto” de Adolfo Hitler, se lanzaran a una orgía de sangre que marcó una de las etapas más negras en la historia del continente americano. Esta es la triste historia de la dudosa contribución de México, o mejor dicho de “La Sociedad” basada en México, a la represión indiscriminada de la población civil llevando a cabo las desapariciones forzadas cientos o miles de civiles ciudadanos que posiblemente no tenían nada que ver con la insurgencia comunista, cuyo único delito era ser sospechosos de pertenecer o apoyar a la insurgencia comunista. Pero para la ultraderecha neo-Nazi mexicana, la sola sospecha es motivo más que suficiente para justificar la acción, no consideran jamás necesario llevar a cabo investigación alguna o someter a los sospechosos a algún juicio previo para asegurarse de que no están matando a un inocente. Si la víctima era inocente, eso no es algo que le preocupe mucho a la ultraderecha o que le quite el sueño. Es así como nacen en Latinoamérica las "fuerzas de choque” mejor conocidas como los escuadrones de la muerte, porque quienquiera que caía en manos de ellos se podía dar por muerto en la plena seguridad de que su muerte quedaría en la más absoluta impunidad.

En el ensayo “La Ultraderecha Mexicana: Complot contra México” se menciona cómo un nazi mexicano de nombre Carlos Cuesta Gallardo viajó directamente hasta la Alemania Nazi para recibir entrenamiento en dicho país y regresar a México con un plan elaborado por el Tercer Reich para promover la causa de Adolfo Hitler en Latinoamérica. De regreso a México, después de haber fundado la sociedad secreta “Los Tecos” dentro de la Universidad Autónoma de Guadalajara, Cuesta Gallardo reclutó a otro individuo de nombre Raimundo Guerrero, el cual fué el encargado de desarrollar el brazo armado de “Los Tecos”, las temibles fuerzas de choque, modeladas en la misma forma en la cual lo fueron las tropas de asalto Waffen S.S. de Heinrich Himmler.

Con tales antecedentes, no debe causar asombro que la Liga Mundial Anticomunista, de la cual la Universidad Autónoma de Guadalajara fué miembro y anfitrión importante, fuese el punto de enlace para los tristemente célebres “escuadrones de la muerte”, los cuales operaban sobre la premisa de que era justificable matar a cualquiera que pudiese ser un subversivo comunista o un “cripto-judío” o inclusive a un “sospechoso" de serlo. Fué así como desde México, bajo la guía de el “Teco” Raimundo Guerrero, empezó una campaña hacia el resto del continente latinoamericano con la colaboración de militares asesinos como el General John Singlaub, un experto en terrorismo, subversión, guerra de guerrillas y operaciones psicológicas. Cuando los medios de comunicación norteamericanos pusieron al público al tanto de la verdadera ideología neo-Nazi que estaba siendo promovida por “La Sociedad” dentro de organismos como la Liga Mundial Anticomunista, John Singlaub de inmediato se desligó públicamente de cualquier asociación con los agentes de “La Sociedad”, aunque en realidad John Singlaub ya había sido contaminado por la propaganda ideológica distribuída por “La Sociedad” y su relación estrecha con ellos proseguiría con ellos en el más absoluto secreto, a sabiendas de que estaban infestando con su ideología a toda una generación de centroamericanos y sudamericanos.

Entre los frutos más conocidos del indoctrinamiento proporcionado por “La Sociedad” a gente que operaba fuera de México, se puede citar a Lucio Gutiérrez de Ecuador, el cual estudió en Taiwán en la Fu Shing Kang, cuyo nombre oficial era “Academia de Cuadros para la Guerra Política”, institución fundada en el año 1951 por el Kuomintang para mantener su control sobre el derrotado ejército nacionalista. Durante muchos años fue presidida por Chiang Ching-kuo, el hijo del depuesto dictador chino, Chiang Kai-shek, el carnicero que ordenó el asesinato de más de 40 mil comunistas chinos en la masacre de Shanghai de 1927. Chiang hijo a su vez fué un protegido de Ray Cline, alto mando de la CIA responsable de sus trabajos sucios en China. Durante los años 50, los instructores de esta “academia” fueron suministrados por el grupo de asistencia militar de los Estados Unidos. Más tarde, de los años 60 en adelante, se convirtió en un centro de la más siniestra reacción mundial. Sin embargo, cuando Lucio Gutiérrez atendió esta “academia” de los escuadrones de la muerte, cuna de la Liga Mundial Anticomunista, Lucio Gutiérrez ya había sido convertido con la ayuda de “La Sociedad” en un rabioso anti-judío (aunque prácticamente no hay una población judía en Ecuador digna de tomarse en cuenta) y en un rabioso anti-masón (no hay logia masónica alguna de importancia en Ecuador). En una entrevista con el diario guayaquileño El Universo el 6 de octubre de 2002, el ahora nuevo Presidente de Ecuador, Lucio Gutiérrez declaró:

Yo me definiría como un nacionalista que ama profundamente al Ecuador, como un individuo no dogmático sino más bien pragmático....

Al proclamarse a sí mismo como "nacionalista", en realidad lo estaba haciendo en el sentido "Nazi" de la palabra.

No es posible atribuírle toda la culpa a la Fu Shing Kang por haberle dado entrenamiento militar a los terroristas de la ultraderecha latinoamericana. Muchos de los que posteriormente pasarían a formar parte de los escuadrones de la muerte encontraron la preparación militar que estaban buscando en los mismos Estados Unidos de Norteamérica en la Escuela de las Américas (cuyo nombre a sido cambiado de “School of the Americas” al de “Western Hemisphere Institute for Security Cooperation” a causa del enorme desprestigio con el que era fácilmente reconocida con su nombre anterior), la cual ha sido identificada por muchos grupos activistas norteamericanos como un campo de entrenamiento para terroristas de extrema derecha en América Latina. Cabe mencionar que se ha estado llevando a cabo una lucha constante en dicho país por estos grupos activistas para tratar de cerrarla definitivamente. Inclusive en tiempos recientes, a fines del milenio pasado, en esta escuela fueron entrenados militares enviados por México (y dicho sea de paso, todos aquellos oficiales de alto rango dentro del Ejército mexicano que han sido inducidos a las ideas de la ultraderecha mexicana ya sea recibiendo materiales de indoctrinamiento o tutelaje de alguien previamente indoctrinado en tales ideas deben enterarse de que tal labor es una parte importante del plan de “La Sociedad” para la conquista del poder; la penetración y la infiltración dentro del Ejército mexicano siempre ha sido uno de los más importantes objetivos del círculo interno de “La Sociedad”). Es importante recalcar que en la "Escuela de las Américas" no se proporciona indoctrinación ideológica con literatura neo-Nazi de ultraderecha a los que asisten a ella, si tal cosa ocurriera desde hace tiempo que la habrían cerrado. El indoctrinamiento ideológico se les proporciona a los militares en sus respectivos países con la propaganda que reciben como cortesía de “La Sociedad” desde México, mientras que el entrenamiento militar para prepararlos como asesinos eficientes en llevar a cabo una "guerra sucia" lo reciben en la “Escuela de las Américas” en donde sus maestros tal vez ni siquiera sospechan el costal de ideología fanática que muchos de sus alumnos ya traen arrastrando consigo.

Posiblemente en ninguna otra parte se llegó a sentir tanto la presencia de los escuadrones de la muerte en Centroamérica como en la república de El Salvador, en donde hasta fechas recientes siguen dando muestras de seguir activos en este país. ARENA (Alianza Renovadora Nacionalista), el partido ultraderechista de El Salvador, fué fundado por el ex coronel de la inteligencia militar, Roberto D’Aubuisson. D’Aubuisson fue conocido por sus colegas castrenses norteamericanos como “Blowtorch Bob”, por su predilección para el soplete como instrumento de tortura, y el partido poítico ARENA fue conocido también como el partido de los escuadrones de la muerte. D’Aubuisson también era egresado de las academias entrenadoras de “escuadrones de la muerte” y también estaba indoctrinado con libros como “Derrota Mundial” y “La Gran Conspiración Judía”. Entre las muchas víctimas de los escuadrones de la muerte salvadoreños se puede citar en forma prominente a Monseñor Romero el 24 de marzo de 1980. Otro ex alumno de las “academias” de la guerra política fué el coronel Domingo Monterrosa, comandante del sanguinario Batallón Atlacatl que en 1981 llevó al cabo la masacre de El Mozote, matando a más de 700 campesinos. Monterrosa “viajó a Taiwán para estudiar tácticas de contrainsurgencia anticomunista”, de acuerdo con lo que escribió Mark Danner en su artículo “The Truth About El Mozote” en el periódico New Yorker el 6 de diciembre de 1993. A continuación se muestra una fotografía de una familia salvadoreña fusilada en 1984 (el fotógrafo mismo fué asesinado por soldados):





En Guatemala tenemos que otro integrante de la Liga Mundial Anticomunista era el Movimiento de Liberación Nacional de Guatemala, dirigido por Mario Sandoval Alarcón, buen colega de D’Aubuisson y padrino de los escuadrones de la muerte guatemaltecos. Sandoval Alarcón también estudió en las academias encargadas de preparar “escuadrones de la muerte” y también fué imbuído con las doctrinas neo-Nazis diseminadas con la literatura de “La Sociedad”. Es importante mencionar aquí que en las reuniones de la Liga Mundial Anticomunista estuvo presente el fascista italiano Stefano Delle Chiaie, artífice del atentado contra la estación del ferrocarril de Bologna en 1980, donde murieron 80 personas, y quien un año más tarde organizó el escuadrón “Novios de la Muerte” para instalar al narcotraficante general Luis García Meza como dictador de Bolivia en el “golpe de la cocaína”.

La negra presencia de escuadrones de la muerte se puede rastrear a otros países como Colombia, como si no tuviera ya bastantes problemas con las guerrillas financiadas por las mafias del narcotráfico.

Los escuadrones de la muerte no sólo estaban limitados a grupos de fanáticos asesinos subsidiados en el más absoluto secreto por las dictaduras militares que les daban cobijo o por agencias de inteligencia extranjeras. En casos como el de Argentina, formaban parte del mismo ejército, y sobresale en todo esto la temible Escuela Superior de Mecánica de la Armada (E.S.M.A.) un centro de tortura y muerte operado por sádicos desquiciados cuyas mentes estaban repletas de las doctrinas “ultranacionalistas” que dan sustento a la extrema derecha. Dentro de este campo de concentración se implementó lo que en su momento fueron bautizados como los Grupos Operativos del Grupo de Tareas 3.3.2 de la E.S.M.A, integrados por unas cincuenta personas que iban cambiando y funcionando clandestinamente vestidos normalmente de civil, al margen de toda legalidad formal, con armamento y medios facilitados por la Armada y en coordinación con el Comando de Zona, Subzona y la Policía del lugar, que previamente a la acción violenta “limpia” el lugar y les prestaba apoyo e inteligencia para una mayor eficacia del operativo. El Grupo de Tareas 3.3.2 se crea en mayo de 1976 por orden directa del Almirante Emilio Eduardo Massera y funciona con el conocimiento y el consentimiento de los otros dos componentes de la Junta Militar de Gobierno, el General Jorge Videla y el brigadier Orlando Ramón Agosti, hoy fallecido, urdidores junto con la cúpula militar de todo el plan. Uno de los responsables que participaron en los secuestros y desapariciones de cientos de personas en dicho centro, al cual se le acusa de los delitos de tortura, terrorismo y genocidio, y al cual las víctimas que lograron sobrevivir dicha época aún lo recuerdan con horror a 23 años de distancia, es el ex capitán de corbeta Ricardo Miguel Cavallo, y el cual fiel a la costumbre de las sociedades secretas de la ultraderecha posee su propio seudónimo de Sérpico, aunque también se le conoce como Marcelo o Ricardo:





La causa en contra de este hombre así como sus cómplices y sus superiores hasta llegar a la misma Junta Militar es muy amplia, y tal vez mil vidas no le bastarían a cada uno de ellos para pagar lo que hicieron en este mundo. Hay abundante documentación sobre la forma en la cual operaban todos los criminales que en nombre de un “nacionalismo” mal entendido terminaron siguiendo el mismo ejemplo de las Waffen S.S. de Heinrich Himmler. Aunque individuos de mentalidad ultraderechista como Ricardo Miguel Cavallo siempre se han visto a sí mismos como valerosos héroes de mil batallas “defensores del mundo libre”, la realidad señala que todos ellos siempre han sido unos cobardes que abusaron de víctimas que no estaban en condiciones de poder defenderse ante ellos en igualdad de condiciones y circunstancias; como lo es el caso de dos monjas católicas francesas desaparecidas en Argentina en diciembre de 1977 en la E.S.M.A., de las cuales hay razones para suponer que fueron sometidas a lo peor a manos de los desquiciados militares neo-Nazis argentinos. El colapso de la Junta Militar Argentina tras la desastrosa invasión no-provocada a las islas Falkland (conocidas entre los argentinos como islas Malvinas) fué lo que eventualmente puso fin al régimen y a la ola de terror que se había apoderado de Argentina, pero los militares genocidas no entregaron el poder sin antes asegurarse de que se aprobasen las leyes de “Punto Final y Obediencia Debida” para que jamás pudieran ser procesados ante los tribunales argentinos por ninguna de sus víctimas. El mismo General Augusto Pinochet en Chile dejó lo que para él ya se había convertido en una cómoda presidencia vitalicia no sin antes asegurarse de que las leyes chilenas fuesen ajustadas con la Ley de Amnistía de 1978 para que ni él ni sus militares carniceros pudieran ser procesados jamás en su propio país por ninguno de los familiares de sus miles de víctimas aplastadas en el genocidio que se desató para poder instalarlo como dictador removiendo a un presidente electo democráticamente, impunidad que fué apoyada posteriormente por los muchos funcionarios ultraderechistas que Augusto Pinochet colocó en puestos públicos en todos los años que estuvo gozando el poder.

En la E.S.M.A., las sesiones de torturas eran supervisadas normalmente por personal médico que aconsejaba la intensidad del suplicio que podía ser científicamente suministrado, según la capacidad física y psíquica del sujeto, para mantenerlo vivo. Un trato especialmente inhumano se dispensaba a los detenidos que además eran judíos, a quienes se acusaba de ser “soldados” de la “gran conspiración judía-comunista”. En este sentido, en los centros de detención los responsables proferían e impartían consignas antisemitas o hacían gala de adoctrinamiento hitleriano, a la vez que aplicaban esta doctrina practicando con los judíos sistemas de tortura especialmente inhumanos como el “rectoscopio”, consistente en la penetración del ano o la vagina de la víctima con un tubo metálico en el que introducen un roedor que, al buscar la salida, muerde y destroza los órganos internos de la víctima; o bien son sometidos a tratos sumamente degradantes, como el obligarles a levantar la mano y repetir “yo amo a Hitler”, o pintarles una svástica con aerosoles en la espalda como sistema de identificación para ser golpeados más fácilmente; u obligarles a hacer el gato y maullar o el perro y ladrar -si no aullaba o ladraba a gusto del guardia, éste le golpeaba-; o compelerles a lamer las botas del guardia, amén de extorsionar a las familias de los detenidos judíos.

Todo esto, en nombre de la ideología que pregonan pseudo-historiadores “revisionistas” como Salvador Borrego y los muchos fanáticos que están en plena disposición de hacer lo mismo que lo que se hacía en la E.S.M.A. en cuanto “La Sociedad” se los pida.

En una admisión extraordinaria de la responsabilidad que tuvo su propio país por lor horrores que se cometieron en la lucha contra las guerrillas izquierdistas en Centroamérica, hablando a nombre de su gobierno el Presidente norteamericano Bill Clinton externó su pesar y ofreció una disculpa el 11 de marzo de 1999 por la ayuda que otorgaron administraciones pasadas a los escuadrones de la muerte de la ultraderecha en Guatemala, indoctrinados con la misma literatura que está siendo promovida por “La Sociedad” en estos momentos.


LOS JESUITAS Y LA EXTREMA DERECHA


La doctrina de Jesucristo es una doctrina de amor, es una doctrina de fé, es una doctrina de perdón. No hay nada en ella que condone la perfidia, el engaño y la intriga. Es por ello que la lectura del libro “El Yunque: La Ultraderecha en el Poder” del periodista mexicano Álvaro Delgado puede dejar en los lectores católicos varias dudas inquietantes. En él encontramos el nombre de Julio Vértiz, uno de los sacerdote jesuitas que de manera clandestina combatieron en los años 30 a la masonería y al marxismo, precisamente la época en la que el Tercer Reich estaba montando un centro clandestino de operaciones en la Universidad Autónoma de Guadalajara en la persona de Carlos Cuesta Gallardo.

De acuerdo con Edmond Paris en su polémico libro “La Historia Secreta de los Jesuitas”, el libro “Mi Lucha” (Mein Kampf) fué escrito no por Adolfo Hitler sino por un Sacerdote Jesuita que estuvo haciendo contribuciones al periódico anti-Semita “Münchener Beobachter”, Bernhard Staempfle (o Stempfle), algo en lo cual parecen estar otros historiadores. Al igual que el Doctor Viktor Frankenstein que terminó siendo asesinado por el monstruo que él mismo creó, el Sacerdote Jesuita Staempfle quien sabía demasiado acerca de Hitler terminó siendo asesinado, presumiblemente bajo órdenes directas de su cachorro, el mismo 30 de junio de 1934 en que se llevó a cabo la sangrienta “purga” con la cual Hitler ejecutó en “la Noche de los Cuchillos Largos” a los principales miembros de las S.A. que le habían jurado lealtad incondicional, tras lo cual su cadáver fue encontrado en un bosque con tres balas en el corazón. Y de acuerdo con los historiadores Louis Pauwels y Jacques Bergier en su libro “Le Matin de Magiciens” (Editorial Gallimard, 1960), Heinrich Himmler modeló los escuadrones de la muerte nazis S.S. tomando a los jesuitas como modelo, estableciendo una jerarquía de “hermanos legos” hasta llegar al “Hermano Superior”. La influencia de los Jesuitas en el Nacional Socialismo alemán desde sus mismos orígenes es algo que ciertamente sigue provocando inquietud aún hasta nuestros días.

Las acusaciones en contra de la Sociedad de Jesús de que de una forma u otra ha estado involucrada en la creación de sociedades secretas fanáticas manipuladas secretamente por ella no son nada nuevo. Viajando atrás en el tiempo, encontramos testimonios como el que dejó un ex sacerdote católico canadiense, Charles Chiniquy (1809-1899), en su libro “Cincuenta Años en la Iglesia de Roma”, en donde podemos leer en el capítulo 59 de su libro, además de su acusación en contra de la Sociedad de Jesús por su papel en la diseminación de sociedades secretas, lo siguiente:

Los Jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el simple padre abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es el poder. Poder en el ejercicio más despótico. Poder absoluto, poder universal, poder para controlar al mundo por la voluntad de un sólo hombre. El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos; y al mismo tiempo el más grande y el más enorme de los abusos. El general de los Jesuitas insiste en ser amo, soberano sobre el soberano. Su sociedad es por naturaleza dictatorial, y por lo tanto es el enemigo irreconciliable de toda la autoridad constituída. Cada acto, cada crimen, sin importar su atrocidad, es un trabajo meritorio, si es cometido por el interés de la Sociedad de los Jesuitas, o por la órden de su general.

Esta percepción general que existe acerca de los Jesuitas ha ocasionado que ésta organización haya sido repudiada y expulsada de varios países en los que se profesa el catolicismo. En algunos casos, los temores parecen haber sido infundados, pero hay otros casos en los cuales los temores parecen haber tenido cierta justificación. Existen evidencias históricas que permiten suponer que la inspiración conceptual para la elaboración de “Los Protocolos de los Sabios de Sión” se puede rastrear hasta los tiempos de la Revolución Francesa. En aquella época, un Sacerdote Jesuita francés, Abbé Barruel, influenciado por un matemático escosés llamado Robinson que se oponía a la masonería, publicó en 1797 un tratado culpando a la masonería francesa de haber urdido una conspiración secreta para provocar la Revolución Francesa (1789-1799). En este tratado, Barruel no atribuyó a los judíos participación alguna en la conspiración. Sin embargo, en 1806 Barruel hizo circular una carta que presuntamente le fué enviada por funcionarios públicos que se oponían a la política liberal de Napoleón Bonaparte hacia los judíos, la cual atribuía a judíos franceses el haber provocado dicho conflicto social, tras lo cual comenzaron a circular rumores crecientes entre la sociedad francesa sobre la existencia de una conspiración judía a través de la infiltración de las logias masónicas de Francia.

La enorme dificultad de poder rastrear a Sacerdotes Jesuitas que hayan estado involucrados en la formación de las sociedades secretas de la ultraderecha alrdedor del mundo, de acuerdo a sus detractores, es la extraordinaria habilidad mostrada por estos para borrar sus huellas. La única forma en la cual tal vez se les pueda identificar en la actualidad es a través de su presencia como sacerdotes confesores y como “consejeros espirituales” de aquellos que militan dentro de “La Sociedad”. De cualquier modo, sería injusto culpar a todos los Sacerdotes Jesuitas por las cosas que hayan hecho (y que sigan haciendo) algunos Sacerdotes Jesuitas, del mismo modo que es una aberración culpar a todos los judíos por las cosas reprobables que hayan hecho en el pasado algunos judíos. Hay muchos Sacerdotes Jesuitas en la actualidad que están plenamente conscientes de lo absurdo de las persecuciones llevadas en contra del pueblo judío a lo largo de los siglos y que estan laborando para resanar las heridas del pasado.

Al margen de todo está el hecho de que muy cerca del “Teco” Carlos Cuesta Gallardo siempre estuvo apoyándolo un Sacerdote Jesuita argentino admirador de Adolfo Hitler y promotor en Latinoamérica de “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, el Padre Julio Meinvielle.


IDENTIFICANDO AL ENEMIGO


Por regla general , en donde quiera que haya un egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara situado en un puesto público relevante o laborando dentro de un partido político para conquistar posiciones de poder, se deben cuestionar fuertemente los verdaderos motivos que lo hayan llevado a buscar tal posición. Casi siempre se les puede identificar por algunas de las ideas que exponen a través de sus charlas o de sus comentarios, sobre todo si están tratando de reclutar nuevos adeptos. Sin embargo, hay que tener cuidado de no confundirlos con otros que sin pertenecer a “La Sociedad” comparten con ellos algunas ideas. Algunas de las señales que los delatan son las siguientes:
  • Una marcada animadversión hacia todo lo que tenga que ver con la cultura judía y sus costumbres, incluyendo la misma religión hebrea (con todo y que el Antiguo Testamento judío de la Biblia forma parte integral de la religión católica), al igual que un desconocimiento casi total de lo que son los libros sagrados judíos como la Torah o el Talmud. En este sentido, la ignorancia de los fanáticos de la ultraderecha sobre aquellos a quienes acusan de una gran conspiración mundial para apoderarse del mundo es catastrófica. Lo único que saben acerca de los textos sagrados judíos es lo que han aprendido en su contacto con material de lectura de la ultraderecha o en sus sesiones de indoctrinamiento, y casi nunca se han tomado la molestia de consultar por cuenta propia los textos sagrados judíos para comprobar por sí mismos si lo que les está contando La Sociedad acerca de la religión judía es realmente cierto. En algunos casos, su odio feroz hacia todo lo que es judío los pone en una situación sumamente incómoda en lo que respecta al judío más famoso de todos: Yeshua ben Nazareth.
  • Una simpatía absoluta hacia la causa por la cual estaban luchando Adolfo Hitler y sus seguidores, e intentos por excusarlos de las atrocidades de las que se les acusa.
  • Una homofobia recalcitrante. Difícilmente pueden contener su animadversión en contra de homosexuales y lesbianas, a los cuales consideran desviados, degenerados, corruptores de la moral y de las buenas costumbres.
  • Una oposición tenaz al aborto así sea en casos extremos como la necesidad de tener que recurrir a un aborto por cuestiones estrictamente médicas o porque el embarazo fué un embarazo no-deseado consecuencia de una violación. En otras palabras, apoyan incondicionalmente el uso de las leyes para obligar a una mujer que haya sido violada a tener el hijo del hombre que la violó.
  • Una animadversión fanática hacia todo lo que consideran pornográfico, ya sea la minifalda en las mujeres, el uso de blusas escotadas, el uso de trajes de baño indecentes, las obras de arte (pinturas, esculturas) y las obras de literatura clásicas que hagan mención a las relaciones eróticas en una pareja. Aunque no lo digan, culpan a los judíos de ser los responsables de la decadencia de la civilización occidental, especialmente en todo lo que se refiere a la apertura a la discusión de temas relacionados con el sexo, como la promoción del condón en anuncios de televisión (pese a que por la epidemia mundial del SIDA para la cual no hay cura, el tema del condón que antes era un tema tabú se haya convertido ahora en un asunto de vida o muerte para millones de seres humanos alrededor del planeta).
Desafortunadamente, la censura que se ha impuesto en muchas partes del mundo en contra de la propaganda de la ultraderecha les ha servido para argumentar que tal atropello en contra de su “libertad de expresión” es una prueba más de que hay una “gran conspiración judía” en marcha y que la censura tiene como objeto impedir que el “mundo libre” conozca la verdad. Puesto que con el advenimiento de Internet va a ser imposible impedirles que sigan repartiendo su propaganda tranfiriendo por vía electrónica archivos o libros completos, la mejor opción es poner al descubierto sus falsedades.

Tal vez la mayor esperanza en acotar a “La Sociedad” consista en que aquellos que han sido reclutados por estas sociedades secretas empiecen a hablar revelando todo lo que saben acerca de ellas, al darse cuenta de lo injusto que es que se les haya comprometido de por vida con terribles juramentos de lealtad y que se les tenga amenazados de muerte en caso de que cometan cualquier indiscreción así sea involuntaria, al darse cuenta de que ellos también nacieron con pleno derecho a hacer sus propias vidas y tener sus propias familias sin estar obligados a rendirle cuentas a ninguna sociedad secreta. Y la información más valiosa puede venir de lo que podríamos llamar el “círculo interno” de “La Sociedad”, un núcleo ultrasecreto dentro de “La Sociedad” del cual muchos de sus militantes ni siquiera están enterados, porque no conciben que estando ya dentro de una sociedad secreta de la ultraderecha mexicana pueda existir un círculo interno con mucho más poder y muchos mayores alcances, del cual emanan las órdenes directas para llevar a cabo algún asesinato político o alguna acción fuera de la ley. El círculo interno es el que tiene toda la información sobre cuál era el plan que le tenían deparado los Nazis de Alemania a México y al continente americano con la ayuda de Carlos Cuesta Gallardo en cuanto triunfase el Nacional-Socialismo apoderándose de toda Europa. El círculo interno es el que tiene toda la información sobre los alcances internacionales de la red. El círculo interno es el que tiene toda la información sobre los asesinatos políticos que se han cometido en su nombre. El círculo interno es el que está conectado a los más altos niveles con políticos prominentes, grandes empresarios, e inclusive con figuras del narcotráfico.

Todo el poder de “La Sociedad” deriva del terror que ha inspirado en sus seguidores. Hablando sus seguidores, “La Sociedad” se puede venir abajo y su peligrosidad puede disminuír considerablemente. Algunos ya están hablando y revelando lo que saben, y al hacer esto el poder de “La Sociedad” se va desmoronando poco a poco. Si hablan dos o tres, “La Sociedad” puede tomar alguna terrible represalia en contra de aquellos sospechosos de haberla traicionado. Pero si hablan cientos, no puede incurrir en cientos de asesinatos o agresiones físicas sin poner en riesgo su propia existencia. Y esta tal vez sea la mayor esperanza que tiene México para impedir que esta secta fanática lleve a México a una de sus más grandes tragedias en el Tercer Milenio.





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